A medida que se desarrollan los play off del Wild Card de la Serie Nacional de Béisbol Cubano, podemos analizar algunos elementos que podrían explicar porqué la lucha por la cima de la tabla de posiciones y lo cupos para la segunda ronda estuvo tan enconada. Es cierto que el béisbol cubano no vive sus momentos de más gloria, y tampoco muestra mucha calidad. Pero una cosa no puede negarse: este torneo ha sido uno de los más reñidos y hubo que celebrar partidos pendientes para determinar quién se enfrentaría a quién en el Wild Card.
Dicho esto, podemos pensar en una serie de ejemplos que traen cierta preocupación y que han sido en sí factores que normalmente no se han tomado en cuenta a la hora de hacer los análisis o incluso por parte de la jefatura del béisbol, cuando se trata de cosas a hacer al año siguiente.
Uno de ellos es el efecto estadio, que influye en los jonrones y la defensa, pero en el caso del béisbol cubano, todos los parques beisboleros tienen el mismo efecto en la defensa: rolatas que no son fildeadas o se encuentran con un “objeto extraño” que a veces puede ser incluso hierba mal cortada, y se abren camino al casillero de los errores o a los jardines para convertirse en imparables.
Eso explica porqué la defensa fue aceptable (una media de .974, encabezado por el .985 de Matanzas, que es en verdad muy bueno) pero el promedio de bateo fue un elevado .288, con seis equipos bateando por encima de .300, liderados por un electrizante equipo de Cienfuegos (.321), que parecía no hacer nada malo en el terreno de juego (excepto por el pitcheo), pese a no haber terminado en la cima de la tabla. Con tales números, es comprensible que el promedio de efectividad fuese 4.52 (encabezado por el 3.35 de Santiago de Cuba) con una impresionante cantidad de 5.35 carreras por cada nueve entradas (Santiago de Cuba en la cima con 4.25). La tasa de ponches fue más buen baja, con 4.87 por cada nueve entradas, opuesto a 4.12 boletos. Así que los boletos y los ponches tuvieron cifras similares (1.18 K por transferencia), lo cual habla mucho del control de los lanzadores de Cuba… y también del arbitraje.
Sin embargo, los lanzadores no fueron sus únicos “enemigos”. Con tan baja ponches, uno debe asumir que el factor de rango no es una buena estadística para medir la eficiencia a la defensa. Es sencillamente lógico que los fildeadores tengan un alto facto de rango, pues están básicamente obligados a sacar todos los outs ellos solos.
Entonces, ¿qué sucedió?
Hay una estadística ofensiva que lo explica todo: el BABIP (promedio de bateo sobre pelotas puestas en juego, por sus siglas en inglés). Con una media de .315, solamente tres equipos compilaron por debajo de .300 (Artemisa, Villa Clara y Guantánamo, pero el último de ellos estuvo en un justo .280). Así que es obvio que la mayoría de las pelotas que se batean en Cuba no son capturadas. Eso nos dice dos cosas: 1) los defensores son preocupantemente lentos o 2) los terrenos son muy duros e irregulares y se dificulta para los defensores hacer las jugadas. La el BABIP comienza por el hecho de que hay una remota posibilidad de que todas las pelotas conectadas dentro del terreno de juego son fildeables, ya sea por un jugador más rápido como por mejores posicionamientos o shifts. El BABIP de la liga podría incluso aumentar si añadiéramos los jonrones dentro del terreno (debe haber un par de ellos pero a eso no tenemos acceso) pues esas son también pelotas puestas en juego.
Este punto que prueba que la defensa fue en verdad mucho peor que lo que mostró el flamante .974 del torneo se enfatiza por el hecho de que las rolatas fueron 1.46 mejores que los elevados. Así que estamos diciendo que más del 59.4% de las conexiones en juego fueron por el sueño, que potencialmente son más fáciles de alcanzar que una línea o un elevado entre dos jardineros (las cifras de líneas se incluyen entre los elevados).
La calidad de los terrenos no fue el único factor a tener en cuenta acá. La mayoría de los juegos se efectuaron en las tardes, con la brillante luz del sol en el despiadado verano cubano. Los peloteros se cansarán inevitablemente a medida que el juego avance, y por supuesto, se harán más lentos según los innings se acumulan. Comenzar a las 2pm no ayudó a la causa, pues el cansancio aparecerá aún más temprano.
Por otro lado, los equipos tuvieron desempeños que no se corresponden con el resultado final. Como proyecta la expectativa pitagórica, y esto no debe ser secreto para nadie, el equipo que mostró la mejor calidad de juego no fue ni Santiago de Cuba ni Camagüey, sino Cienfuegos, ocupante del cuarto lugar, que debía haber ganado 30 partidos de los 28 que lograron. En el otro lado de la ecuación está Granma, que tuvo la suerte de ganar 26 juegos, tres más de los que podían haber logrado. Guantánamo y Las Tunas fueron los dos únicos equipos que tuvieron resultados de ganados y perdidos de acuerdo con sus carreras anotadas y permitidas.
Aparte de eso, tuvimos un interesante torneo con broncas, suspensiones, equipos de tradición regresando a la cima, un sotanero que nunca recibió barrida, jugadores que regresaron e incluso un ex liga mayorista.
Estadística tomadas de www.beisbolcubano.cu compiladas por Universo Béisbol
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