Por; Mary Romero
Tomado del Blog Fomento en Vivo
Rosas rojas para Juan Alfonso Santos Gutiérrez, Alfonsito, el locutor y maestro de generaciones de aficionados a la cultura en Fomento. No pasaban de treinta personas en la marcha luctuosa desde la funeraria hasta la finca de María Guerra. Más familiares que trabajadores de la cultura. Hay obras de bien en el silencio que se queda y el amor que se esparce desde la cultura campesina entre multitudes de niños, esos que nunca dejaremos de ser.
Con una mano se contaban las personas del gremio al que Alfonsito entregó su verbo alegre, improvisación poética jaranadera y obra fundadora de instituciones, ferias y festivales, elecciones de reina, flores de virama y joranada cucalambeana. Así faltaba gente, sobraban anécdotas y la grabadora no viajó conmigo. Ahora trato de recordar todo y son pedazos de historias por armar. Hablo de un hombre fundador de vidas.
Mechy, Sara y Maira junto Sergio y Osmany me acompañaron en el camino entre las historias sobre Alfonsito, su participación el programa El show del Mediodía, de la antigua emisora Radio Fomento, CMHX y su alegría nata de guajiro de Mabujina.
Alfabetizador, lector de tabaquería, divulgador de la antigua región Escambray llegó a tierras de Fomento para surcar la historia de la cultura institucional, la génesis de la Casa de Cultura Olga Alonso, la irrupción de los niños que amábamos el canto, el piano, la poesía, la danza, la vida en el arte.
Cuando llegó el cortejo fúnebre hasta el cementerio ya tenía en la memoria el hombre que locuteó los primeros de mayo, los festivales del pregón y la guayabera en el pueblo, el amigo que entrevisté siendo estudiante, el maestro de oratoria y la locución de concursos de repentismo en su pie forzado.
Maira me hizo el cuento de la rana que saltó sobre un cake que se iba a entregar como premio, la joven fea que quería ser la más bella del carnaval y la sonrisa de Alfonsito que alegraba a todos los aficionados como si fueran las reinas de la mujer cubana.
No pasaban de treinta las personas en la finca de María Guerra para despedir a un amigo de todos los fomentenses.
Supongo que las lágrimas y las rosas a Alfonsito no fue porque enterramos hoy junto con el hijo ilustre y pródigo, a los mejores valores que un día juramos defender de la cultura fomentense.
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